Noche buena


Desde 2006, que empecé con esto de escribir mis historias y mis histerias en internet, desde 2007 que apareció este blog, desde 2009 que me decidí darme un respiro, han habido cientos de personitas que se han portado maravillosamente, que me han ayudado de una y mil formas a salir adelante. Me han conocido, muchos personalmente, y han sabido de mis virtudes y de mis demonios, me han acompañado y me han ayudado a hacerles frente.

Hay gente que me ha apoyado más allá de lo entendible, que han estado por encima de lo lógico y de lo admisible, prestándome su hombro, dándome su atención y sacándome de los recovecos en los que a veces me da por meterme.

Han sido angelitos, gente generosa que me ha dado muchísimo más de lo que yo podría jamás regresarles, nombrarlos a todos sería imposible, no se ofendan quienes no se lean, pues a todos les estoy muy agradecida.

Francois, Cráneo, Thomas, David, Martín, Hank, Aldo, Jorge, Pili, Latin, Kokosh, Mayo, Yarko, Naza, Lector Frecuente, Dulce, Lilith, Kaos, Aby, Fran, Player. De veras que no saben cuánto se los agradezco y todo lo que tengo que decirles en particular a cada uno de ustedes. Sé que podré hacerlo, mientras, un abrazo a todos y mis mejores deseos.

Muy feliz navidad.

Diez

¿Cuándo comenzó todo?

Tal vez en la primaria, cuando no sabía lavarme los dientes, pero me saltaba el corazón si veía a un niño guapo. "Hombreriega" soy desde chiquita, me gustan, los adoro, me complementan.

Por eso cuando descubrí el sexo no pude dejar de practicarlo. Igual por eso me ha sido fácil hacerlo y rehacerlo tantas veces, unas por amor, otras por deseo, las más como modus vivendi. Así me volví profesional.

Un día comencé a escribir sobre eso. Y pasó el tiempo, hice amigos, el blog cobró cierta popularidad y un dudoso prestigio. Escribí en Metro, de Grupo Reforma. Adoré a Ricardo, a Paco, a Carmen y a todo el equipo que en esa época, me abrieron las puertas a una experiencia inolvidable, me trataron como a una colaboradora más, como a una mujer que escribía para ellos. En el blog, los amigos se convirtieron en familia, en camaradas, en banda. Con muchos nos hicimos carnales. A algunos los conocí de veras, frente a frente, en la cama o en los corazones. Incluso hubo quienes se volvieron parte de mi vida, de mi intimidad. A otros los conocí sólo por sus líneas, por lo que me han dicho acá. Un día, sin decir agua va, así como empecé a escribir, dejé de hacerlo. No sólo en el periódico, sino en este rincón.

Le doy gracias a la vida que, a pesar de eso, muchos sigan dándose sus vueltas, manteniéndose al tanto.

Hoy, sé que un chingo de colegas tienen blogs, que ya también se han abierto twitters, facebooks y mil madres. Hoy son muchas las escorts que usan estos medios. No sé bien a bien cuántas tengan columnas en periódicos, pero hay varias. A todas les deseo suerte y me da gusto que se vayan abriendo chances para que estos temas se traten con respeto y naturalidad, como parte de la vida.

Lo que sí me hace sentir orgullosa, es que, aunque en otros países hay antecedentes muy cabrones, al menos acá en México, la neta, la neta, inauguramos un estilo. Siempre me hace sonreír saber que aquí empezamos algo, abrimos brecha. Todo lo nuevo, está sobre los cimientos que construímos. Gracias por seguir viniendo y ayudarme a juntar ya cerca del millón y medio de visitas.

Mientras tanto, acá estoy, viviendo Cancún y extrañándolos a todos.

GRACIAS DE VERAS

Teléfono en Cancún.

¡Ya tengo teléfono en Cancún!
9981584629
Si quieren divertirse y pasar un buen rato con su servidora, ¡llamen ya!

¡Cancún!


Pues ya estoy en la riquísima Riviera Maya para pasar el crudo invierno.

En cuanto consiga un cel de por acá les aviso. Mientras tanto márquenme al cel de México, o mejor ¡mándenme mensajito en lo que consigo el número de acá!

¡Super Promo!

Para finalizar esta temporada en México y para apoyar a la economía, les tengo una súper promoción.

¿Quieren saber cual?

Ya mame, no perdón, llámame y te doy los detalles.

5535225056


Un beso

Fernanda Siempre

¡México!

Antes de emigrar a tierras mas calidas ahora que se acerca el invierno, voy a estar un par de días en mi ciudad favorita y capital de los IMECAS.

A quien le interese divertirse y pasar un rato agradable con la güerita ojiverde que esto escribe, ya saben,

¡Llámenme!

55 3522 5056


¡Chistes!

Tú también

Un grupo de monjas se va a confesar; la primera comienza:

"Padre, me he reído en misa".

"Está bien, hija, reza un rosario".

Viene la segunda:

"Padre, me he reído en misa".

La tercera dice lo mismo, y la cuarta, y la quinta, hasta que llega la última y el sacerdote se adelanta:

"Ya sé, tú también te reíste en misa".

"No, padre, yo fui la que me tiré el pedo".

Cíclico

El éxito es, definitivamente, cíclico. Miren si no:

A los 4 años, tener éxito es no hacerte pipí en los pantalones.

A los 12 años, tener éxito es tener amigos.

A los 20 años, tener éxito es tener relaciones sexuales.

A los 35 años, tener éxito es tener dinero.

A los 65 años, tener éxito es tener relaciones sexuales.

A los 75 años, tener éxito es tener amigos (vivos).

A los 85 años, tener éxito es no hacerte pipí en los pantalones.

El violador del bar

Un hombre entra a un bar y se sienta; en ese momento ve que llega un negro y se lleva a un tipo que estaba dormido a causa de la embriaguez. Intrigado, el recién llegado le pregunta al mesero:

“¿Por qué ese negro se llevó a ese tipo?”

“Ese negro se lleva a todos los que se quedan dormidos y se los tira”.

“¡Qué bueno que me avisa, no deje que me quede dormido!”

Confiado, el fulano comienza a beber, uno tras otro, hasta que se da cuenta de que está cabeceando y decide pararle. De pronto, cuando despierta ve que se encuentra sobre los hombros del negro; asustado comienza a gritar:

“¡Ah, no, negro de mierda, a mí no me llevas!”

“¡Cállate, estúpido, que no te llevo te traigo!”

Ultimo dia

Pues sí.
Mañana es mi último día en la ciudad de la eterna primavera y por eso les voy a dar una súper promoción.
Para más informes

Márquenme
7772247221


Cuernavaca

Sigo en Cuernavaca.

Mi teléfono aquí es


7772247221
Si quieren pasar un rato agradable,
Llamen ya!

México

¡Cambio de planes!

¡Todo el domingo y el lunes estoy en la capital de los Imecas, y por la noche regreso a Cuernavaca!

¡Llama ya!

5535 22 5056

Cuernavaca

Bueno pues ya empezó el frió y para estar calientitos, ¿por que no se dan una escapada a la ciudad de la eterna primavera? Y si ya andan por acá y tienen ganas de pasar un rato agradable, ¡llámenme!

¡Yo ando por estos rumbos aprovechando el clima!


Besitos

Fernanda Siempre

Acapulcazo P2

Llegamos casi a las once de la noche. Pasamos por lana a un cajero y nos fuimos directito al Palladium. Estaba hasta la madre, pero ya no estaban poniéndose mamones para dejar pasar. Obvio, no alcanzamos mesa, pero estuvimos chupando y bailando hasta muy entrada la noche. Llegamos a eso de las once; como a las doce y media Manuel me robó un primer beso. Como al cuarto para las dos ya estábamos fajando en un rinconcito del antro y como a eso de las tres y media decidimos irnos.

Buscar un hotel con habitaciones libres en Acapulco a las cuatro de la madrugada un sábado de semana santa es misión imposible. Especialmente cuando quienes buscan son dos parejitas medio pedas, sin maletas y con más ganas de coger que de dormir. Recorrimos Acapulco de cabo a rabo. A eso de las cinco, estaba dispuesta a terminar la noche buscando un rinconcito donde dormir, o al menos acurrucarme con Manuel en la playa. Él se veía cansado y había tomado un chorro así que, llegando a la costera lo convencí de que me dejara seguir manejando. Iba a toda madre pasando la Diana cuando un gatito se atravesó y se quedó lampareado frente a la nave. Di el volantazo.

Cuando el sol salió, teníamos el coche medio hecho mierda, la cruda comenzaba a hacer de las suyas y unos tiras nos invitaban caballerosamente a exprimir nuestras tarjetas en un cajero para evitarnos el mal rato de ser remitidos al fresco bote. Yo lloraba de la vergüenza. A las once de la mañana pudimos dejar el coche en un taller donde el seguro se haría cargo. La neta es que Manuel fue el que sacó casi toda la lana con la que hicimos frente al asunto, mordida al honorable cuerpo de tamarindos tropicales, grúa, seguro y hasta los boletos del camión en el que nos regresamos. A las cinco de la tarde, apenas con unos chetos y un refresco en la barriga, conseguimos un guajolotero que nos trajera de regreso con la poca lana que quedaba.

El camión estaba del nabo, pero Manuel se había portado chidísimo. Me fui con él acurrucada en el asiento de hasta atrás. Cuando cayó la noche, poco antes de llegar a Tres Marías, todo estaba muy tranquilo, a nuestro alrededor todos dormían, así que, como no encontré una mejor forma de agradecer a Manuel lo bien que se había portado, con mucha discreción se la mamé allí mismo. Cuando llegamos a México, Manuel ya era mi novio. Duramos como año y medio.

Un beso

Fernanda, siempre

Acapulcazo

Una amiga muy querida me pidió que publicara aquí esta crónica, que en algún momento salio en Metro:


Tengo una amiga que se llama Vero. Es una mujer muy guapa y divertida. Hace unos días cumplió treinta años y lo celebramos yendo con la banda a un bar de estrípers. La neta es que Vero está bien buena. Conserva una figura que envidiaría cualquier veinteañera, unas tetas que son dos frescos y lozanos melones y un rostro de muñequita; de esas caras que cuando las ves, piensas que no rompe un plato, pero cuando la conoces, sabes que es capaz de acabar con la vajilla. Es casada y dice estar muy enamorada. Se nota que es la neta, pues su marido es un tipo a todo dar y tienen una niña que es un encanto. Por eso se porta bien y sus travesuras no pasan de escaparse una noche con sus amigas a pellizcarle un glúteo a estos papis medio encuerados y a contarnos sus antiguas glorias:

-Tenía dieciocho años ¿saben?- Nos contó a todas acercándose y curveando la mano sobre sus labios, como si con eso nos invitara a ser cómplices de una confidencia. Después siguió:

-A esta edad una todavía parece niña, pero ya se hacen travesuras de grande, digo, una ya es cancha reglamentaria y sabe que las abejitas y las florecitas nada tienen que ver con coger. A esa edad una lo que quiere es comerse el mundo.

Eran las vacaciones de semana mayor. Ya era viernes y el jueves santo había sido un día desperdiciado de un puente que amenazaba con terminar, antes de haber logrado al menos un buen reventón. Después de comer, fui a casa de Rebeca, una amiga de la prepa. Allí estaban ella, su primo Manuel y un tal Miguelito que dizque era novio de mi amiga. Todos estábamos aburridísimos, hasta que decidimos salir a dar el rol en el carro que hacía poco le habían dado a Manuel.

Como salimos sin rumbo fijo, Manuel agarró Insurgentes buscando algún lugarcillo abierto donde bajarnos al menos a echar unos tragos. Cuando vimos que ya andábamos por el estadio de CU, al Miguelito (que hasta entonces se había mantenido casi sin hablar), se le ocurrió proponer que nos siguiéramos hasta Cuernavaca. Nos pareció buena puntada. Ya en Cuernavaca Manuel dijo que si nadie se oponía, seguiría manejando hasta Acapulco. Desde un teléfono de moneditas en una Gasolinera de Cuernavaca hicimos las llamadas correspondientes, cada quien dando la coartada más creíble. Todos apoquinamos la lana que traíamos, vimos que alcanzaba pa´ la gas y las casetas y agarramos, sin más promesa que la aventura, la autopista del sol.

Continuara . . .

¿Se acuerdan? . . . 4





¿Se acuerdan? . . . 3



¿Se acuerdan? . . . 2





¿Se acuerdan?
























































¡Qué oso! P2


A medio desnudar me hice un lugar entre los monos de peluche, dejé mis zapatos en el piso y me acosté. Él se sentó frente a mí y, tocándose, se puso a darme algunas instrucciones. El cuarto estaba repleto de espejos desde los que me veía a mí desde varios ángulos casi desnuda y a punto de masturbarme en medio de un montón de juguetes.

Fijé la vista sobre mi reflejo en uno de los espejos y comencé a tocarme. En principio, me olvidé que el cliente estaba frente a mí jalándose aquellote, abrí un sobrecito de crema hidratante, cerré los ojos y me frote todo el cuerpo con ella. Acaricié mis senos, los besé, jugué con mis pezones erguidos, pasé los dedos por mi cintura, por mi vientre, mis caderas y mis muslos, poco a poco y sin dejar de complacerme me fui quitando la ropa hasta quedar totalmente desnuda.

Entonces levanté la pelvis y separando las piernas me froté el clítoris dándome de vez en cuando leves pellizcos. Cuando comencé a inundarme saqué el dildo de su estuche y me penetré con él. Estaba tan empapada que aquel juguete entró con facilidad sorprendente. Sentí riquísimo. Lo metía, lo sacaba, lo movía. Sentía tanto placer que me mordía los labios. Entonces, con el dildo dentro, comencé a dibujar círculos deslizando los dedos sobre mi clítoris hasta que tuve un orgasmo brutal. Caí rendida y gozosa. Estaba bastante cansada, pero con la alegría de haberme dado gusto. Me vi en el espejo y me sentí muy bien. Allí estaba yo, con el cabello alborotado, el cuerpo sudoroso, los labios rojos como manzanas y en las mejillas el rubor de un buen orgasmo.

Entonces me quedé mirando a aquel hombre. Fácil tenía sesenta años, pero se veía como un adolescente divertido limpiándose con un kleenex la melcocha de su propio orgasmo. Lo invité a que se acostara junto a mí. Nos quedamos acurrucados entre los peluches varios minutos, luego me levanté y me vestí. Antes de despedirnos con la promesa de volver a vernos, me regaló el dildo y el muñeco que yo quisiera.

Escogí al panda.

Besitos

Fernanda Siempre

¡Qué oso!


Erase una vez una chavita que, como chambeaba en el oficio más antiguo del mundo, se las daba de que, al menos hablando de sexo, ya lo había visto todo, sin embargo hace unos días, en uno de los tantos hoteles que frecuenta, volvió a llevarse una inesperada sorpresa. Desde luego, la chavita soy yo y realmente me sorprendió lo que vi desde que entré en aquella habitación.

Era una de esas villas que hay en algunos hoteles, bastante amplia, con garaje, jacuzzi, buena tele y reproductor de dvds. Lo impresionante es que en lo que yo llegaba, el cliente se había dado a la tarea de poner sobre la cama una enorme cantidad de ositos y muñecos de peluche de todos los tamaños, formas y colores posibles. Eran tantos que no había sobre la cama más espacio que el necesario para que yo me recostara allí. Al centro, cerca de las piernas de un gigantesco panda de peluche había un enorme dildo color carne todavía en su empaque. Naturalmente, han de imaginar el sacón de onda, pero pensado en que arrieras somos, hice tripas corazón, le pedí mi lana y le pregunté qué plan tenía conmigo y sus “juguetes”.

-Caramba corazón- le dije –que bonitos ositos ¿Son para mí? (Digo, estaba sacada de onda, pero no zonza y los ositos estaban bien chidos) Sólo respondió con una sonrisa.

-Me gustas mucho Fernanda- me dijo acercándose a mí, cuando yo estaba terminando de contar la lana y metiéndola a mi bolsa. Saqué el celular para ponerlo en vibración, lo miré (eran las cuatro y media) y lo dejé sobre la mesita. Sentí que sus manos estaban sobre mi cadera y acercaba me acercaba su erección por detrás.

-¡Ay cabrón! Tas contento- le dije respingándo y echando las nailons hacia adelante.

-Me pones contento- respondió acercándose de nuevo, yo di media vuelta y viéndolo de frente lo agarré del cinturón y ofrecí mis labios para que los besara. Luego le pregunté cual era su plan con los juguetitos que había llevado.

-Quiero ver cómo te masturbas

No era el primer cliente que me pedía que me masturbara frente a él, tampoco el primero en llevarme un consolador para que lo hiciera ni el primero en llevarme un peluche, pero sin duda sí el primero en tapizar la cama con ellos para verme toquetearme en medio de ese zoológico de felpa. Sin embargo en estos, como en la mayoría de los casos y mientras nadie salga lastimado, una hace lo que el cliente pague. Lo dejé que me desabotonara la blusa y besara mis pezones mientras me llevaba a la cama de los muñecos diciéndome al oído lo bonita que, según él, me veía.

Continuará…

El mejor amigo del hombre parte 2

En consecuencia, el problema real de disfunción hoy no es una bronca física, sino psicológica. La mayoría de las personas con las que me encuentro que tienen ese problema lo traen en la cabeza. La cosa es que si se les para. Cuando están tranquilos su entrepierna levanta gloriosas erecciones dignas de aventarse a cualquier batalla, pero cuando más la necesitan, cuando están desnudos y en los brazos de una chava con la que quieren portarse mal, aquello duerme un letargo del que no lo despiertas ni con fanfarrias.

En casos como éste trato de aplicarme, pues he notado que tranquilizándolo, ayudándole a entrar en confianza y con mucha sensualidad algunas veces es posible despertarle el juguetito. Es cosa de que se abandonen a sus sensaciones, de que se olviden de todas las presiones que tengan. Al hacer el amor, es indispensable poner el cerebro en piloto automático y dejar que los besos, las caricias, los olores, los sabores o las texturas hagan su trabajo. Lo más contradictorio de todo esto es que la mayoría de estos problemas se deben a que no se les para precisamente porque se distraen de lo que están haciendo pensando justamente en la angustia de que no se les pare. Por eso mi consejo es siempre que al quitarse la ropa, se quiten también con ella los prejuicios y las preocupaciones. Que se dejen llevar confiados en que conmigo no tienen que quedar bien pues esa es mi trabajo, no el suyo. Pase lo que pase, siempre que reciba mi arancel y sean respetuosos, yo saldré de la habitación satisfecha y sonriente.

El cliente del que les platico me pagó dos horas durante las cuales logró levantar una erección aceptable que, sin llegar a la contundencia, sirvió para que el hombre sostuviera una relación conmigo de la cual se manifestó sinceramente agradecido. Después de hacer el amor nos quedamos un buen rato abrazados y platicando. Fue un caso exitoso.

Hay sin embargo otros casos que verdaderamente se vuelven imposibles. Sobre todo cuando el cliente está borracho o de plano no pone de su parte. Entiendo que el alcohol es un consejero pendenciero que anima a los hombres a confrontar sus fantasías, pero cuando se ha consumido en exceso, provoca serios estragos a las respuestas del cuerpo. Ya muy pedos un mosquetero no responde a una esplendida chupada ni al más persuasivo de los cachondeos, dan ganas hasta de cantarles el himno nacional, a ver si al menos por patriotismo aquello se les pone firmes, pero no, la mayoría en esa situación son casos perdidos.

Lo que a veces se presenta, y realmente me desespera, es cuando el cliente, no sé si tratando de rescatar su orgullo o engañándose a sí mismo, comienza a culparme por el fracaso. Como si fuera yo la que bombea la sangre que tendría que hinchar aquello en su entrepierna. Hubo alguno que encabronadísimo me dijo que todo había pasado (o no pasado) nomás porque mis chichis eran demasiado grandes, ya en tono de choteo le contesté que no habían chichis grandes, sino manos chicas y me reí de su impertinencia, porque eso sí, mientras todo sea en paz y en buena onda, haré todo porque el entierro sea de otra cosa antes que de su estado de ánimo, pero si me maltratan o culpan de su ineficiencia, tampoco me las voy a dar de mártir, después de todo ¿Dónde van a encontrar una psicóloga que en una sola cita de una hora les pueda curar un problema tan cabrón con todo y prueba de eficacia?

Muchos besos

Fernanda, siempre.

Sin maquillaje





Bueno solo un poquito . . .

El mejor amigo del hombre

Hay dolores a los que simplemente te acostumbras. Uno de ellos, para mí, es la jaqueca que me sobreviene después de veinte infernales minutos atrapada en el tráfico del Distrito Federal, especialmente cuando no es ni medio día y ya llevo un pequeño retraso a la primera cita de la jornada. Llego en friega al hotel y corro a la habitación acordada. Apenas me da tiempo de darme el último retoque en el elevador antes de llamar a la puerta.

Me abre un muchacho serio y tímido que no me reclama en absoluto por el pequeño retraso. Lo saludo con una sonrisa cínica y nos besamos. Platicamos un poco hasta que lo tomo de la mano y lo invito a entrar en mayor confianza. Para algo estábamos allí además de contarnos nuestras vidas. Él se retrae y, con más pena que gloria, lleva la mano a su nuca y me advierte a quemarropa que sufre un problemilla. Me confiesa tartamudeando que, cuando está muy nervioso, sencillamente el cuerpo le falla y aquel que debiera ser su mejor amigo, nomás no se le para.

Me cae que no es la primera vez ni, estoy segura, será la última que me toca escuchar esa triste sentencia, así que acostumbro tomarlo con calma y tratar de ayudarlo a desinhibirse. En este negocio me toca a menudo escuchar todo tipo de cosas, así que oír que mi contrincante tiene broncas para levantar el asta no es cosa de otro mundo. No tengo más que el reto de, en el lapso apremiante de una hora, hacer lo posible para que los nervios bajen y la carnita suba.

Me tocó vivir en una época en que la sexualidad va encontrando solución a sus problemas, pero también en que el estrés está logrando que la mayoría de las broncas las alojemos en la tatema. En otros tiempos los asuntos de disfunción eran principalmente clínicos. Llegaba un momento en que el cuerpo daba de sí y comenzaba a ser más difícil que aquellito levantara vuelo y, llegada cierta edad, los hombres tuvieran que conformarse con cargar entre las piernas un moco de guajolote y los recuerdos de los tiempos en que con eso libraron sus mejores batallas. Afortunadamente, contra ese tipo de disfunción puede mucho más una pastillita azul que las caricias de ésta profesional. Un medicamento que bien podría ser el descubrimiento del siglo y que vuelve a la vida sexual a cantidad de canijos que ya habían dado por jubilada la parte más divertida de sus vidas. Así que hoy, en cualquier farmacia pueden encontrar quienes viven dificultades para despertar al muchacho una solución inmediata al asunto.

¡México!


Después de unos días muy divertidos y relajados en las playas del Caribe Mexicano, ya estoy de regreso en mi querida ciudad, así que ya saben, si quieren pasarse un rato agradable con una chavita ojiverde, ¡llamen ya!

55 3522 5056

NO, NO, NO... SÍ, SÍ, SÍ...


QUERIDÍSIMO NO, NO, NO

YA LE DI SU BESO HERSHEY'S AL BENO, PERO SIGO BUSCÁNDOTE AMORCITO, ANDA, LLÁMAME QUE SI QUISIERA DECIRTE POR ACÁ LA DE COSAS EN LAS QUE TENGO QUE PERVERTIRTE, MEJOR TE LAS ESCRIBÍA ¿NO? JA, JA, JA, LLÁMAME A MI FÓN DE CANCÚN, 9981034023, REGRESO A MÉXICO EL 21, Y ME LA PASÉ DE HUEVOS CON USTEDES.

UN BESOTE

De juguete



Voy a contarles de cuando era niña. Hoy venía acordándome de las cosas que, hace apenas unos abriles, me hicieron disfrutar al límite aquellos años. Cualquiera que me conozca desde hace tiempo sabrá que lo que definió esa etapa rosa de mi vida fueron mis travesuras. Era una diablilla de película capaz de encrespar la cabellera del más templado. Subía, bajaba, corría, trepaba, gritaba, bailaba, saltaba, cantaba… Todo en mi vida era un juego. En la escuela, traía de cabeza a cuanta maestra le tocaba lidiar conmigo y en la casa, era la congoja de parientes y vecinos. Cuando me acuerdo de mi infancia, me entra una nostalgia pícara durante la cual se agolpan en mi cabeza muchas imágenes de otros tiempos y lugares, pero si un recuerdo es nítido y entrañable, es el de entrar a mi habitación y encontrar repisas y muebles saturados de toda clase de juguetes.

Este asunto viene a cuento porque hoy, cuando llegué a mi casa arrastrando esas nostalgias, tuve a bien abrir mi armario y enfrentarme con la realidad de que hay cosas que no cambian nunca. En la estantería superior, a un lado de mi vasta colección de pornografía, dispuestos en perfecto orden, me esperaban con una grata sonrisa la infinidad de juguetes que he reunido a lo largo de los últimos años. Desde luego no me refiero a aquellos con los que engolosiné mi infancia, sino a todo tipo de dildos, bolas, vibradores, aceites, lubricantes, espejos y demás artificios para hacer más placentera la estancia en mi cuerpo y, naturalmente, para jugar. Sonreí al darme cuenta de que no he dejado de ser la niña que recordaba, pero sobre todo, al reconocer que mis travesuras y juguetes siguen siendo parte de mi vida.

Me encanta todo tipo de juegos capaces de provocarme sensaciones de placer. En mi oficio como escort, cuando un cliente me pregunta si puede usar juguetitos conmigo, acepto poniendo dos condiciones: que sean artículos nuevos y en su empaque y que me permitan conservarlos después del servicio. Esa técnica, más mi compulsión por comprar cuanta novedad en el mercado se me pone enfrente, han convertido mi armario en una verdadera exposición de sexualidad y a esta servidora, en una suerte de catadora del pecado.

Los juguetes sexuales son el más hermoso de los artificios fabricados para explorar tus sensaciones. Tienen la excepcional peculiaridad de que igual pueden aprovecharse sola que en pareja o, ¿por qué no?, en grupo. Hay para todos los gustos y vienen en presentaciones tan variadas y ocurrentes que he pensado que su límite es el de la imaginación.

Teléfono en Cancún

¡Ya tengo teléfono de Cancún!
Es el

9981034023


Si quieres divertirte y pasártela rico, ¡Llámame!

Un beso
Fernanda, siempre

Para el Beno...

Si alguien ve a NONO por Tijuana, díganle que se comunique por favor.

La recompensa es un beso . . .

de los de Hersey's

jijijiji

Cancún


Pues bien, después de un rato en la ciudad de los IMECAS, es momento de cambiar de aires y aprovechar lo que queda del verano. Y como me gusta la brisa del mar (sobre todo de Cancún) ya saben, si andan por aca y quieren divertirse con una güerita de ojos verdes, llámenme o mándenme mensaje al:
55 35225056

En cuanto tenga un cel de Cancún, les aviso
.

Un beso.

Fernanda, siempre...

Nostalgias


En la última colaboración que escribí para Metro decía:

Yo sólo soy una chava, como muchas, que cobra por coger. Me gusta escribir, pero no es gran cosa; digo lo que pienso y cómo me nace, pero sé que hay cientos de niñas que podrían hacerlo. El mérito es, en realidad, de Metro. No es fácil arriesgarse a dar un espacio a una chavita sin más tablas que sus ocurrencias, para decir a calzón quitado, cómo vive una prostituta de lujo, en qué piensa, cómo se siente, cómo funciona esto de cobrar por que te cojan. Todo eso fue decisión de la editorial, no mía, y por ello les viviré eternamente agradecida. Es la experiencia más maravillosa que he podido vivir.

El 29 de mayo de 2007, lo primerito que hice al despertar fue correr a la tienda de la esquina a ver si ya había llegado el Metro. Tenían cinco ejemplares y los compré todos. Luego, luego me fui a la página 43. Ahí estaba yo (Diría que “como Dios me trajo al mundo”, pero me cae que Él no me trajo tan llena de bolas, esas me las puso el cirujano). Sentí muy padre ver por primera vez en el periódico algo que había escrito yo. Luego vinieron los años de escribir, las satisfacciones, los amigos, el blog, el chat, los foros. Muchas cosas lindas.

Un dia me cansé. No del trabajo, ni del blog, ni de los amigos, ni del chat, sino del ritmo. Tenía sueño y ganas de no estar comprometida con mi compu. Por eso el que ahora me ausente taaaanto, no es menos amor, simplemente es parte del sabático...
.
Eso sí: Amo a METRO. Ha sido una de las cosas más lindas que he vivido y, espero, algún día vuelva a vivir.
Un besito y nos estamos leyendo.

Por cierto, sigo cogiendo, así que si alguien quiere y tiene ganas de platicar y hacer el amor conmigo, ps' mi teléfono es el que ya saben 5535225056 que, por cierto, ya me duró...

AMIGOS CHILANGOS

Perdón paisanos, quise decir defeños...

Ya estoy acá en mi amada Ciudad de México.
5535225056

La experiencia en Monterrey fue a toda madre, los regios se la bañaron y me la pasé muy bien con la raza norteña, pero ya extrañaba mis imecas y a mis amigos de esta ciudad encantadora. Llámenme si quieren divertirse y hacer el amor con una güerita recién desempacada del norti...

Un beso
Fernanda, siempre

Historia desde el diluvio


Monterrey está en diluvio. De cuando en cuando me asomo por la ventana nomás para ver si no pasa de repente el arca de Noé y encajo para treparme. Entre cosa y cosa y esperando que la lluvia mengue, me puse a curiosear mis notas y rescaté de la memoria una anécdota con un regio, ahí va:

Llegué temprano. Es un hotel de lujo, de esos que parecen rascacielos. No me gustan hoteles lugares para trabajar. Obvio se ve que no soy turista (ningún huésped llega en su coche, sin maletas y directo a una habitación). Para evitarme malos ratos, en esos lugares prefiero verme antes con el cliente en el bar y así me ahorro ir a poner mi carota en la recepción.

Llevaba los labios bien retocados, el maquillaje perfecto, cuidadosamente peinada y enfundada en unos jeans ajustados y una blusa prudente, pero reveladora.

Lo malo de mi chamba, en estos casos, es darme a la tarea de encontrar a quien me espera. Eran las cinco y media cuando me detuve en el lobby y eché un ojito entre la concurrencia. Había tanta gente que parecía partido de la selección. La mayoría eran grupitos de hombres trajeados con cara de “todo me importa un pito”. No faltaron, como siempre, los que comenzaron a echarme el ojo como pasando auditoría a mí escote. Sin embargo, no me costó trabajo distinguir, de entre todos, a quien parecía esperar a alguien.

Le sonreí a lo lejos y él respondió levantándose del sillón y haciendo un ademán con la mano. Después de tantos años, aún no acabo de acostumbrarme a la familiaridad con que me tratan personas a las que nunca antes he visto. Su sonrisa era generosa y confortable. Se acercó y me saludó discretamente con un beso en la mejilla. Un beso de esos que son más bien cachetazos con tronido de labios en el aire. Me llevó a su mesa e hizo como que retiraba el sillón en el que me senté.

Él se veía intimidado pero contento. Supongo que nos habríamos quedado callados toda la condenada noche de no haberse parado junto a mí un mesero con disfraz de pingüino a preguntar qué deseaba tomar la señorita. Hubiera preguntado cuál señorita, pero me contuve y pedí con una sonrisa que me trajeran lo mismo que estaba tomando mi amigo.

-Me fue fácil distinguirte – Le solté a quemarropa.

-A mí no – Me contestó –Jamás hubiera imaginado que eras tan guapa-

Siempre me ha parecido una jalada o al menos una mentira que me salgan con eso. ¿Pues quién iba a ser entonces? ¿Hermelinda Linda? Después de todo al contratarme necesariamente han visto antes mis fotografías. De cualquier forma siempre acepto la cortesía con una sonrisa amistosa. Algo en ese señor joven que me daba confianza y me hacía sentir cómoda.

Cuando me trajeron mi vasote de whiskey con hielos puse mi mejor cara de niña hipócrita y le dediqué una mirada fija de tortolita enamorada para animarlo a romper definitivamente el hielo. Sin lugar a dudas funcionó. Dijo ser ingeniero y estar trabajando en la construcción de no sé que megaobra de esas que desquician el tráfico. Es norteñote y se le nota. No sé porqué en algún momento me aventó el choro innecesario de siempre, recién divorciado y con poco tiempo libre para ocuparse de su vida sentimental. ¿Porqué los hombres siempre tratan de justificarse cuando cambian caricias por dinero? Sin embargo parecía un tipo inteligente y simpático. Una vez que entramos en confianza amenizó la conversación con bromas atinadas y algunos chistes bien contados. Me tenía cagada de risa. Me gustó ver que en sus ojos brillaba una luz de alegría franca y contenida.

Hablamos un buen rato. Me contó que tiene un hijo que se llama como él, pero que vive en Monterrey y puede verlo muy poco. Me habló de sus proyectos de vida y de las ganas que tiene de encontrar una mujer con quien compartir sus ilusiones y reparar el reciente fracaso de su matrimonio. La plática estaba a toda madre, ya nos habíamos echado dos copas de whisky cuando pensé que estaba corriendo demasiado tiempo y, cómo time is money, pensé que sería conveniente pasar a lo que te truje, Chencha.

-¿Subimos? – Le pregunté bajando la voz y sonriendo sugestivamente

-¿A dónde? – Me respondió con expresión de incertidumbre

Pensé que ese güey o quería hacerse el pendejo o sencillamente lo era. Nada me choca más que un cuate que se hace el difícil en una cita con taxímetro, digo, porque si de lo que tenía ganas era de que lo acompañara en un bar a echar un trago yo no tengo pedos con eso, de cualquier modo mi tarifa es la misma, pero si piensa que va estirar el tiempo de compañía contando chistes, pues mejor me voy a ver a Polo Polo.

-¿No quieres que pasemos a la habitación?- Le pregunté entonces en tono de a lo qué vinimos

Algo noté entonces en su expresión que me hizo adivinarlo todo. Me puse más colorada que una camiseta de los campeonísimos Diablos del Toluca. El tipo puso cara de “me lo hubieras dicho hace dos chupes” y trató de decir algo, pero era tarde, ya me había caído el puto veinte de que estuve platicando con la persona equivocada. Quise decir algo, justificarme, pero lo que me quedaba de vergüenza me obligó a levantarme como pedo frijolero balbuceando una disculpa, sólo dije, o creí decir, que me había equivocado, que tenía otra cita y debía marcharme. Trató de detenerme, de pedirme que me quedara o, cuando menos, que le dijera cómo contactarme para después, pero era demasiada la pinche pena que sentía como para contestarle nada, así que lo dejé hablando sólo y corrí hacia la salida.

Cerca de la puerta principal, desalentado por la tardanza, me reconoció el verdadero cliente. Me detuve notoriamente nerviosa cuando dijo mi nombre. Nos pusimos de acuerdo y subimos a la habitación sin mayor conversación. Arriba no hubo silla retirada, ni confesiones encantadoras, no hubo meseros, whiskey, brindis ni chistes. Reconozco que nos reímos mucho cuando, para explicar mi demora, le conté la anécdota. Casi de inmediato pasamos de las caricias a los besos y de los arrumacos al colchón. Hicimos el amor. Al terminar, me vestí de prisa con la esperanza de pasar de nuevo por el bar y ver discretamente si la mujer que el ingeniero esperaba había llegado al fin. Tenía curiosidad por ver si era guapa, si se la estaban pasando bien. ¿Estaría esperando a una cita a ciegas? Quería sencillamente saber si estaban allí charlando como yo hacía unos minutos sobre las cuitas, los planes y las bromas de la vida. Tenía ganas de descubrir si con su legítima cita tenía los mismos ojitos de cachorrito domesticado que puso conmigo, desafortunadamente cuando bajé encontré el sillón vacío.

Pedí mi coche y regresé al enredado caos de la ciudad. No estoy segura, pero al volver por las mismas calles intransitables creí ver en una camioneta que circulaba por el otro carril y en sentido contrario al que yo llevaba, al ingeniero con cara de nostalgia, acompañado por una rubia triste que no lo invitó a subir a ninguna habitación, pero que seguramente tendría más pila que yo para compartir las ilusiones que él acababa de contarle a una escort que conoció por accidente.

Besitos

Fernanda, siempre

POSDATA: SI ESTÁS EN MONTERREY Y QUIERES PASAR UN RATO MUY CACHONDO Y DIVERTIDO, LLÁMAME Y, POR SER MIS ÚLTIMOS DÍAS ACÁ, PREGÚNTAME POR LA PROMOCIÓN, TE VAS A IR DE ESPALDAS CON EL PRECIO JE, JE, JE...

YA ESTOY EN MOTERREY

Teléfono en Monterrey:
8182566525



Saben estoy emocionada con Monterrey. Por mil razones, muchos amigos, mucha fiesta, mucha ciudad, seguramente mucho y buen sexo y, claro, que al fin, después de mucho tiempo, conoceré y abrazaré a una amiga entrañable y espléndida escritora. Después de todo, yo también soy Sanmillana.

¡Arriba Monterrey! ¡Ajúa!

Indignación...


El 27 de julio de 2009 unos adolescentes en Nayarit torturaron a un perrito callejero con extrema crueldad hasta dejarlo por muerto. Ellos se llaman Marco Antonio Bernal Ledón, Herber Prexady Flores Hernández, Angel Marin González y Angemón González.
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El asunto se convirtió en escándalo cuando esos idiotas subieron el video de su depravación a facebook. No creo que sea correcto promover el odio, pero cuando vi un pedacito de lo que hicieron, sentí un coraje tremendo. Creo que se han ganado el repudio social.
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No hay como justificar la crueldad, yo he sido joven e irresponsable, he hecho gran cantidad de pendejadas en la vida y jamás, por ningún motivo, me ha pasado por la cabeza la idea de lastimar a lo idiota a un ser que no puede defenderse, menos, mucho menos, por diversión.
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Si la ley no castiga este tipo de actos, creo que el castigo social para esos monstruos debe ser tan ejemplar que nadie vuelva a sentirse tentado por la idea de divertirse maltratando a un animalito.
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P.D. Nomás no digan que esos cuatro son unos hijos de puta... las putas no tenemos hijos tan culeros.
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Fotos, entrevista y video: aquí

Una pesadilla


Hay algo entrañable en Freddy Krueger. Desde luego su sarcasmo y rústico humor negro atrapan, pero son sus contradicciones las que enamoran ¿Cómo puedes simpatizar con un esperpento que se divierte despanchurrando niños? ¿Cómo puede una película, con más corazón que inteligencia, dar al mundo a uno de los personajes más conocidos de la mitología terrorífica moderna? ¿Cómo una nutrida colección de efectos especiales, hechos con más creatividad que presupuesto, pudieron atrapar la imaginación de al menos dos generaciones?

Sencillamente, porque Ferddy es agradable e inconfundible. Con su suéter a rayas, su sombrero ridículo, su guante con navajas, su rostro desfigurado y sus gestos ridículos, nos hizo disfrutar de películas estrictamente terroríficas, bastante extravagantes y en las que lo grotesco y lo irónico, te llevaban del susto a la carcajada cada tres minutos. Freddy Krueger en sus películas te va sonsacando, te seduce para que simpatices con él y quieras escuchar la burla con la que asesinará a su próxima víctima.

El caso es que se estrenó un remake. Dándole el beneficio de la duda, va una a verlo. Hicieron lo impensable, aunque se oiga ridículo: "Ahora si¡ convirtieron a Freddy en un monstruo".

Freddy era un psicópata sin escrúpulos y sin motivo, asesinaba porque era divertido y por su afición a lo sádico. Freddy no era un jardinero pedófilo de un kindergarten. Eso es asqueroso y hace imposible, de entrada, simpatizar con él. Las quemaduras del nuevo Freddy son mucho más semejantes a las que tendría cualquier persona que sobrevive a una chamuscada de cuerpo entero, pero no le sirven para gesticular como el Freddy de Robert Englund (parte de su encanto), si a eso le sumas un elenco donde sólo el propio Jackie Earle Haley es reconocido y los chavitos asesinados son tan patéticos que te dan ganas de ayudarle a Freddy... Pesadilla en la calle del infierno 2010 sencillamente apesta.

INICIO MI GIRA POR MONTERREY, A PARTIR DEL 7 DE MAYO


Amigos (y amigas, no discrimino). El 7 de mayo inicio mi gira por la hermosa metrópoli norteña. Pienso pasear por la macroplaza, observar el cerro de la silla desde el obispado, caminar por el paseo Santa Lucía, visitar el parque fundidora, comer cabrito al pastor y merendarme a todos los regiomontanos que sea posible. El chiste es que ustedes se diviertan y a mí me vaya bien en esa ciudad de tantos amigos y tan lindos recuerdos.

Quienes tengan ganitas de conocerme, como dirían las cubanitas de la tele: ¡Llamen ya!
(Así vamos apartando cita)

Besitos
P.D. SORRY LATIN, NO SÉ QUÉ HABRÁ PASADO, ME CAE QUE NO LOS RECHACÉ, CUANDO MENOS NO A PROPÓSITO, NO SÉ QUÉ PEDO, PERO CREO QUE RESCATÉ ESTE DE MIS MAILS:
Hola Fer bienvenida, como dice Pilli ojala vengas recargada y rema..sterizada o eso no? ó como Matrix.Bueno el chiste es que ya estas aqui, buen post para regresar, ser arendadora del cuerpo mas bien creo que es circunstancial nadie nace siendo lo que es cada quien es producto de su propia circunstancia.Un Saludo.
UN BESO, ERES UN LINDO...

AVISO GUADALAJARA

QUÉ CREEN... LA PRÓXIMA SEMANA ESTARÉ TRABAJANDO EN GUADALAJARA. AMIGOS DE JALISCO CON GANAS DE HACER TRAVESURAS... ALLÁ NOS VEMOS.

Todos los días...

Nos despedimos todos los días. Cuando salimos de casa, cuando dejamos a un cliente, cuando no retiramos de cualquier lugar, por cortesía o por afecto, le deseamos cosas buenas a la persona que dejamos y le decimos adiós. La mayoría de las veces ese adiós no implica que será la última vez que los veamos, pero todas pueden serlo. La vida nos da pocas oportunidades de despedirnos de la gente que queremos cuando ese adiós es definitivo. Yo estoy viva, tan viva y contenta como siempre y estoy trabajando y rentando ratitos en el mismo teléfono y con las condiciones y características de costumbre, de hecho la posdata que antecede este post, no es sino un texto que escribí hace más de un año y que formaba parte del "libro" que anduve vendiendo aquí online, era algo así como un epílogo melancólico. No obstante, la neta es que ponerlo aquí, casi como un acto de nostalgia, me ha permitido leer muestras de cariño de gente a quienes quiero mucho, y darle una probadita a lo que sería un adiós más permanente. Siempre se siente bonito leer cosas lindas de una, especialmente tratándose de una página cuyo origen fue la pura cachondería de las aventuras de una tal Fernanda.

Y ¿Quién es Fernanda? Yo supongo que, de entrada, ésta es la pregunta por la que le he huido siempre a los consultorios psiquiátricos.

Fernanda soy yo. Chilanga de nacimiento, malhablada, metiche, joven, descarada, rubia natural, pechugona artificial, chambeadora, soñadora y amercianista. Peleonera si me buscan y conciliadora si me levanto con el pie derecho. Predispuesta a la desvergüenza y a la rebeldía. Promiscua, adultera, reventada, caprichosa, multipolar, obsesiva, juguetona, divertida, dicharachera y, a veces, toda una ladilla. He tenido la suerte y el horror de vivir demasiadas cosas. Quien me ve de buenas a primeras, dirá que soy una oveja descarriada, pero quien me conoce un poquito sabe que más que de oveja tengo espíritu de perra para pastoreo.

Me gusta el sushi, la sazón italiana, los cortes argentinos, un buen vino dulce y toda clase de antojitos mexicanos. Disfruto mucho escuchando cualquier tipo de música y canto como los pajaritos (desentonado y a todas horas). Adoro los espejos y trabajo para que me guste lo que en ellos veo. Hago ejercicio todos los días, pues creo que nuestra verdadera casa es en la que portamos el alma.

Soy enojona, ocurrente y seductora. Me gusta gozar de mi cuerpo y de mi sexualidad. Pocas cosas disfruto más que saber que tengo un cuerpo vivo, capaz de sentir emociones y caricias. Hasta hace poco fui columnista en un periódico, decidí darme un descanso en esa faceta de mi vida, también soy amiga, forista, exadicta al internet y, entre cosa y cosa, prostituta.

No sé si nací puta. Y es que no sé si ser puta es un atributo, algo con lo que se nazca, más bien siempre lo he visto como una vocación. Un oficio.

Trabajar rentando ratos es, tal vez, la manera más inmediata que encontré para ganarme la vida. Nací con un cuerpo y un rostro que resulta agradable para algunas personas y me siento muy contenta de poder sacarle provecho haciendo al mismo tiempo que quienes pagan por tenerlo se vayan con la sensación de haberle dado buen uso a su dinero.

Es muy sencillo, una llega a una habitación, se encuentra con un hombre (o una chica si es el caso), platicamos, nos relajamos, entramos en confianza. En algún momento comienzan las caricias y la ropa empieza a abandonar nuestros cuerpos. Besos, tacto, olores, sudores, sabores, penetraciones, exploraciones, acoplamientos, posiciones, suspiros, convulsiones, acometidas, ternura. Sesiones de sexo casual y sin compromisos que en la mayoría de los casos me permiten a mí y a quien lo hace conmigo descubrir algo de nuestro propio cuerpo y voluntades.

Soy una prostituta. Ando de cama en cama y de corazón en corazón, pero por encima de todo eso y más allá de apariencias y profesiones, soy una mujer que ha tenido la suerte y el gusto de tener algo que contar y gente dispuesta a escucharlo, después de todo... ¿Quién es Fernanda?

Fernanda soy yo ¡Esta loca impredecible!

Besos

Posdata

Bellísimas (he de confesar) han sido las tardes de compartir cara y cuerpo con amables desconocidos. Si en mi memoria cupieran bitácoras, cargaría la relación inagotable de kilómetros de piel recorridos en caminos de caricias urgentes, viperinas, cadenciosas. Encuentros errabundos de pasión irremisible, suculentos pecados, manzanas prohibidas, íntimas fiestas urbanas. He visto mucho y probado todo. Mi cuerpo ha sido templo y ha vivido los tumultos de peregrinaciones interminables de devotos del pecado. He sido tomada y poseída tantas veces…

Me encontré en ocasiones, con cuerpos expertos, sorpresivos, capaces de arrancar de pronto el suspiro finito, el éxtasis. También encontré cuerpos torpes, violentos, pedestres. Incapaces de distinguir el amor del contrabando.

Viví en mil brazos, bebí el germen de vida, probé el sabor de la consecuencia. Vi tantos espejos apuntándome y registrando curiosos cada movimiento, cada suspiro, cada voz. Me vi perdiéndome y me vi perdida. Me vi penetrada y me vi simplemente querida.

Mi puerto se volvió refugio para el andariego, ladrón sinvergüenza de la ternura soterrada del casado, esperanza última del desesperado, remedio alevoso del tahúr, humilde dignidad del libertino, brebaje redentor, cuenca decente del bienintencionado, regalo de ocasión y recipiente del malvado.

Fui ejemplo de misericordia. En mi casa nadie podía ser discriminado. Pagado el diezmo tenía igual derecho el rey o el siervo. Prohibido estaba juzgar o ser juzgada. Garantía había de un cuerpo próvido, decidido a tomarte con la esplendidez y hospitalidad que tu hacienda patrocinara.

Ceñidos por lisonjas de esas sábanas perpetuas hicimos del mundo un paraíso. Los mimos generosos de los cuarenta ladrones nos hicieron llenar de leyendas nuestras mil y una noches. El abrazo de estas piernas embestidas en su núcleo, regocijando al extranjero; construyendo la quimera del naufrago ignoto. Las uñas que se ajaron en los surcos de la espalda, los gritos de guerra, los espasmos.

Alimenté al recién nacido. Cobijé al enfermo, amé a los unos y a los otros. Convertí el delito en mi vocación y sustento. Reinventé mis mandamientos. Vi ocultarse el sol tantas veces en distintos cortinajes, probé tantos labios, tomé tantos cuerpos, toqué tantas almas.

Soy una puta. Una mujer en cuyo cuerpo palpita un corazón que la desborda. Un ánimo inquebrantable, voluntad, sueños, caprichos. Soy una puta que bebe de arroyos endulzados, que garantiza, que toma, que da, que prueba. Soy tuya, soy mía, soy de nadie y soy de tantos. Soy una puta, pero nunca, nunca una cualquiera. Soy Fernanda, la que escribe una letras sin sentido y agradece que las hayas leído...

Hasta siempre