¡México!


Después de unos días muy divertidos y relajados en las playas del Caribe Mexicano, ya estoy de regreso en mi querida ciudad, así que ya saben, si quieren pasarse un rato agradable con una chavita ojiverde, ¡llamen ya!

55 3522 5056

NO, NO, NO... SÍ, SÍ, SÍ...


QUERIDÍSIMO NO, NO, NO

YA LE DI SU BESO HERSHEY'S AL BENO, PERO SIGO BUSCÁNDOTE AMORCITO, ANDA, LLÁMAME QUE SI QUISIERA DECIRTE POR ACÁ LA DE COSAS EN LAS QUE TENGO QUE PERVERTIRTE, MEJOR TE LAS ESCRIBÍA ¿NO? JA, JA, JA, LLÁMAME A MI FÓN DE CANCÚN, 9981034023, REGRESO A MÉXICO EL 21, Y ME LA PASÉ DE HUEVOS CON USTEDES.

UN BESOTE

De juguete



Voy a contarles de cuando era niña. Hoy venía acordándome de las cosas que, hace apenas unos abriles, me hicieron disfrutar al límite aquellos años. Cualquiera que me conozca desde hace tiempo sabrá que lo que definió esa etapa rosa de mi vida fueron mis travesuras. Era una diablilla de película capaz de encrespar la cabellera del más templado. Subía, bajaba, corría, trepaba, gritaba, bailaba, saltaba, cantaba… Todo en mi vida era un juego. En la escuela, traía de cabeza a cuanta maestra le tocaba lidiar conmigo y en la casa, era la congoja de parientes y vecinos. Cuando me acuerdo de mi infancia, me entra una nostalgia pícara durante la cual se agolpan en mi cabeza muchas imágenes de otros tiempos y lugares, pero si un recuerdo es nítido y entrañable, es el de entrar a mi habitación y encontrar repisas y muebles saturados de toda clase de juguetes.

Este asunto viene a cuento porque hoy, cuando llegué a mi casa arrastrando esas nostalgias, tuve a bien abrir mi armario y enfrentarme con la realidad de que hay cosas que no cambian nunca. En la estantería superior, a un lado de mi vasta colección de pornografía, dispuestos en perfecto orden, me esperaban con una grata sonrisa la infinidad de juguetes que he reunido a lo largo de los últimos años. Desde luego no me refiero a aquellos con los que engolosiné mi infancia, sino a todo tipo de dildos, bolas, vibradores, aceites, lubricantes, espejos y demás artificios para hacer más placentera la estancia en mi cuerpo y, naturalmente, para jugar. Sonreí al darme cuenta de que no he dejado de ser la niña que recordaba, pero sobre todo, al reconocer que mis travesuras y juguetes siguen siendo parte de mi vida.

Me encanta todo tipo de juegos capaces de provocarme sensaciones de placer. En mi oficio como escort, cuando un cliente me pregunta si puede usar juguetitos conmigo, acepto poniendo dos condiciones: que sean artículos nuevos y en su empaque y que me permitan conservarlos después del servicio. Esa técnica, más mi compulsión por comprar cuanta novedad en el mercado se me pone enfrente, han convertido mi armario en una verdadera exposición de sexualidad y a esta servidora, en una suerte de catadora del pecado.

Los juguetes sexuales son el más hermoso de los artificios fabricados para explorar tus sensaciones. Tienen la excepcional peculiaridad de que igual pueden aprovecharse sola que en pareja o, ¿por qué no?, en grupo. Hay para todos los gustos y vienen en presentaciones tan variadas y ocurrentes que he pensado que su límite es el de la imaginación.