Crónicas robadas: El Triángulo de las Piernudas

En la idea expuesta hace un par de semanas (con la crónica del sanwichito charolastra balmungiano) de abrir un espacio para crónicas robadas, acá va la segunda reseña de la serie, esta vez hurtada a un héroe del Pancracio, el legendario Santo, que en su tarea por descubrir los misterios de nuestra zona de trabajo, se tiró a las brasileñitas Bianca y Rafaella. Acá va su reseña adaptada con el debido toque de humor:

Del Diario del Santo
Ciudá de la Ehperanza

Día uno:

Estando en mi laboratorio recibo una llamada de un distinguido comandante policiaco que se encontraba bastante contrariado, ya que había perdido a sus mejores hombres en una investigación ultra secreta, por lo que solicita mi experta ayuda.

-Usté dirá mi comandante
-Santo, he perdido a mis mejores hombres y no sé qué hacer. Hay ciudadanos que se reportan extraviados, y los agentes que he enviado a buscarlos no han regresado.
-¿Sospecha usted de alguien mi querido comanche?
-Temo que es un ataque más de las nenas superponedoras, ya que las investigaciones sólo arrojan como resultado que las últimas actividades conocidas de los extraviados han tenido lugar en la colonia Escandón, por ahí del rumbo de Padrotismo y Revolcolchón.
Inicio mis investigaciones y uno de mis contactos, el incansable agente Seven Up, da con una singularidad del caso: Es la zona denominada como EL TRIANGULO DE LAS PIERNUDAS.

¡Sí! El Triángulo de las Piernudas es una zona a la que muchos quieren entrar pero pocos pueden salir.

Día dos:

La investigación me ha llevado una vez más a la mansión brasileña. Un lugar en el que el placer puede ser algo sumamente peligroso. Escalo el muro y llego al jardín principal y de nueva cuenta me sorprendo, ante mí una hermosa mujer 1,73 de estatura, cabellera rubia, una diosa blanca germana brasileña: Rafaella, pero los más impactante, esa mirada azul profunda que me ve y me dice en tono retador:

–Santito, te estaba esperando

Después del apendejamiento, vi como ese vestido negro resaltaba más su pechonalidad, se aproxima hacia mí y solo recuerdo estar ya pegado a sus labios (sí, los de arriba). Nuestras ropas volaron, bese todo su cuerpo, hasta que quede nuevamente fundido en sus labios (¡Sí! Los de abajo).

Comenzaba a resolverse parte del misterio que rodea al tan mentado triangulo de las piernudas. Supe por qué se han perdido allí tantos canijos, no es que no puedan regresar, sino que al entrar, volver es algo que ni les pasa por la cabeza.

Para terminar de develar el misterio y como buen luchador, yo, el enmascarado de plata, acepté la ayuda de mi fiel amigo y compañero: el encapuchado de látex. Con él, arremetí en todas las posiciones posibles. Estando en una alegre situación casi de perder el conocimiento, mi radio comunicador recibe la alerta, salgo en superchinga a atender a unos pobres jefes desvalidos que necesitan que arregle sus miserables vidas en la oficina, no sin antes despedirme con un beso, que solo es un hasta pronto.

Ya en la reunión y un poco mas recuperado, veo que la documentación tardará un poco más de lo normal. Lo que pudiese ser algunos días se convierte en solo unas horas y todavía hay piezas por desentrañar en mi investigación secreta. De pronto, recibo una llamada, era Bianca Piernotas. Necesitaba verme en la suite carioca, en el mero corazón del triángulo misterioso. Inmediatamente monto en mi descapotado y me dirijo de nuevo al lugar en donde es muy posible que esta nena haga de las suyas. Ahí está ella, enfundada en unos jeans ajustados, con una blusa verde, o azul o rojo (me cae que era imposible dejar de ver ese cachetón haciendo buches balanceándose de un lado a otro) Quedé impactado viendo aquellas piernas de bufanda y sus nalgas muy hechas paca, que confirman que es una ruda, rudísima de cepa. Ya en las artes de la grecorromana la muy canija entre sus marrullerías intentó darme un piquete de ojos con un pezonaso, casi me deja ciego la muy canija. Entre sus piernas comprendí el secreto.

Conclusión:

El triangulo de las piernudas como zona geográfica o urbana existe. En algunos casos está de Peluche y en otros bien pelado, pero al final, cualquiera descreman a la víctima en medio de placeres inmejorables. El triangulo de la piernudas tiene además el efecto de convertir a un glande en gigantle. Es una dimensión desconocida donde sesenta minutos parecen irse en segundos y donde todo, absolutamente todo es, como debería ser siempre.

Caso resuelto.