Tres

Tic, tac, tic, tac... Mismo hotel, otra habitación, poco más de una semana después.

Mario se entretiene recordando lo que pasó hace unos días, cuando la conoció. Al abrir la puerta, ahí estaba la mujer cuyas fotos prácticamente había memorizado. Un poco más bajita de como se la había imaginado, más linda también. En cualquier caso, era sin duda la misma por la que alguna vez se había chaqueteado, y ahora estaba al alcance de sus manos, de su vista, de sus besos y de sus caricias. Es muy bonita, sus ojos son como promesas y su cuerpo un ensueño, venía con una minifalda de infarto y una lencería que lo dejó sin habla. Se la chupó mejor de lo que él se hubiera imaginado. Sus besos saben a durazno y su piel a fresas. Cada que piensa en que no tarda en llegar y que podría repetirse la experiencia de la primera vez, como que le palpita la masacuata.

Esta vez la espera promete ser breve. Mario se puso de acuerdo con ella antes. Moría de ganas de volverla a ver. Acordaron lugar y hora con anticipación. De todos modos, esperarla pone a prueba sus nervios. No es lo mismo que la primera vez, él sabe que va a lo seguro, pero nada en estos tiempos realmente lo es... seguro ni el pan duro, diría mi abuela. ¿Cómo vendrá vestida hoy? ¿Estará tan rico como la primera vez?... ¿De verdad se acordará de él? Hoy Mario sólo esperó 15 minutos antes de que sonara el teléfono... Riiiiing...

-¿Si?
-¿Está usted esperando a una chica?
-¡Claro!
-Va para allá