Me pregunta mi buen amigo Oliver Davidson (bueno ya... Julián Iriarte) en un comentario que, a la hora de dar los clics, apreté el botón equivocado, si mi entrada anterior "escort" es más un lamento que una broma.
¡Ontología de un oficio! Reflexionar el ser... me gusta la idea:
-¿Qué soy?- Le dice el filósofo a la prostituta
-Es viernes- contesta ella muy quitada de la pena y sigue mamando
A decir verdad, no pensé en eso cuando escribí el post... ¿qué somos las putas, cómo trascendemos? La neta es que igual que los demas, respirando, pensando, haciendo y dejando de hacer. Nunca lo he pensado aunque igual es hora.
En todo caso, lo que traté de plantear en el post anterior era más bien la ontología del lenguaje ¿por qué para adornar o ponerle babita a un término, en vez de decirnos lo que somos, nos inventan nombres? escort... maripositas... damas de noche... aventureras... no sé, en cualquier modo, la mayoría suenan románticas, pero ¿escort? no mouse... ¡ese es un choche de la ford!